De catástrofes y líderes
La percepción del riesgo es una cuestión subjetiva. Cuando se produce una catástrofe o se da una alerta que puede tener consecuencias catastroficas, la respuesta y el resultado de la misma dependen del conjunto e interacción de los ciudadanos, los técnicos, los medios de comunicación y los políticos, tanto en sentido negativo como positivo.
Pero también surgirá el estado de opinión sobre el resultado de la gestión realizada. Y en muchas ocasiones este estado de opinión va ser mayoritariamente subjetivo, porque ¿quién es capaz de decir lo que hubiera ocurrido si no se hubieran tomado las medidas que se adoptaron?. ¿Sobre qué nos basamos para pensar que eran adecuadas o excesivas las decisiones adoptadas, si no podemos contrastarlas objetivamente?.
¿Cuál es el papel de los políticos en la gestión de las catástrofes?
Los políticos en las crisis y catástrofes son las personas legitimadas para tomar decisiones. Sin embargo, aunque han sido elegidos democráticamente, como la gestión política normalmente es a corto plazo y guiada por el impacto electoral, esto les resta credibilidad y la confianza de la población en una crisis. Por eso se ha revelado tan importante la comprensión de las situaciones de crisis y las actitudes que adopte ante ellas el político responsable, porque estas situaciones le obligaran a tomar respuestas rápidas y además sabido es que pueden hacer caer gobiernos.
No es extraño que la desazón de los responsables políticos ante la necesidad de tomar decisiones rápidas en situaciones inciertas lleve a respuestas descoordinadas e insólitas, junto a declaraciones contradictorias. La colaboración estrecha entre técnicos y políticos en estas situaciones es fundamental para su resolución. Aunque en este punto tampoco hay que obviar que en la administración hay un alto grado de «dependencia» entre los técnicos de alto nivel con los políticos, con lo que la interacción entre ambos niveles puede estar distorsionada. Es necesario que se desarrollen unos niveles de independiencia de criterios entre el plano técnico y el plano político. Las mesas políticas tienen un nivel de responsabilidad y las técnicas otro.
Ejemplos de diferentes comportamientos de gestores políticos en situaciones de crisis o catástrofes hay muchos pero quizás uno de los más ilustrativos fue la cara de Bush mirando al vacío sentado en la sillita infantil del colegio donde le comunicaron la noticia del 11-S, con el libro infantil dado la vuelta. Todo un poema de lo que jamás haría un «comandante en jefe», la inoperancia e inseguridad que mostró y demostró, mientras las personas caían por las ventanas del World Trade Center y se derrumbaban las torres, quizás tenga una dimensión a la hora de explicar como Estados Unidos ha llegado a tener un presidente de color y al «We Can» de hoy en día.
El ejemplo contrario de esa misma crisis lo protagonizó el ex alcalde Giuliani de Nueva York, quien despues de los atentados del 11 de septiembre de 2001 logró capitalizar su liderazgo durante esa tragedia y se convirtió de la noche a la mañana en uno de los principales aspirantes a la candidatura republicana por la Casa Blanca. Hoy es conocido el efecto del liderazgo político en situaciones de crisis como «efecto Giuliani».
En el estado español vivimos la experiencia del Prestige y tales fueron las consecuencias de una cadena de decisiones como mínimo cuestionables, que el pasado marzo de 2009 el Parlamento europeo aprobó un paquete de medidas para evitar que se repitan catástrofes como la del «Prestige». ¿En que se centran este paquete de medidas?, entre otras, en delimitar el alcance del poder político.
Los países de la UE deberán delegar la gestión de catástrofes marítimas en una autoridad de perfil técnico y que funcione de forma independiente del poder político.
Desde que este petrolero sufrió una vía de agua frente a las costas gallegas en 2002 hasta que se hundió vertiendo al mar toda su carga transcurrieron siete días, periodo en el que se discutieron distintas opciones para evitar la tragedia. La decisión adoptada finalmente de alejar el buque fue muy cuestionada políticamente e incluso fue utilizada como argumento por la clasificadora del barco para eludir sus responsabilidades en el juicio abierto en Estados Unidos.
Para evitar futuros conflictos y garantizar que las decisiones que se adopten en caso de catástrofes marítimas no estén influenciadas por intereses políticos, el pleno del Parlamento europeo acordó que cada Estado miembro establezca una autoridad independiente, dotada de los recursos y capacidades necesarias, para responder en el menor tiempo posible qué se hace con un buque cuando sufre un accidente. Se copia, de esta manera, el modelo que ya existe en Reino Unido para gestionar los siniestros marítimos. En este país un técnico independiente se encarga desde hace veinte años de hacer frente a los posibles incidentes que se sufran en el mar.
La delegación de competencias en un órgano independiente permitirá, por ejemplo, apostar por opciones drásticas como derivar el buque a un lugar de refugio. Sobre este aspecto en la discusión de la normativa europea hubo un rifirrafe entre alejar el buque o crear una norma general para llevar el buque siniestrado a puertos refugios.
El pleno del Parlamento europeo decidió zanjar la discusión estableciendo que la decisión en un futuro quedaría en manos de una autoridad independiente que funcione “con rigor técnico”. Acordada esta directriz, ahora será cada Estado el que defina y concrete cómo se nombra y se constituye el órgano.
De ciclogénesis explosivas
Hemos vivido la segunda ciclogénesis en 2 años en Euskadi, fenómenos similares con desarrollos y recorridos diferentes, ocurridas con gobiernos distintos. Creo que, en ambos casos, se ha demostrado el alto nivel de madurez en la gestión de crisis con la que se cuenta en nuestro país. Todas las organizaciones e instituciones se han implicado y han asumido su responsabilidad en el marco de colaboración en que debe de desarrollarse la Protección civil. El papel de nuestros meteorólogos fue de matrícula de honor, las medidas adoptadas pertinentes y adecuadas, la respuesta de la ciudadanía vasca ejemplar y los resultados buenos. Se produjeron muchos daños materiales y pocos daños personales. Y la mesa de crisis del Plan Territorial de Euskadi funcionó con eficacia. Mirando a otras latitudes, fue una gestión ejemplar. No hay dos sin tres, pero esperemos que pase mucho tiempo hasta la siguiente. Por el bien de todos y todas.