Que sea infinito mientras dure. 100 años de Vinicius.
El 19 de octubre de hace 100 años nació en el barrio del Jardin Botánico de Río de Janeiro, Marcus Vinitius da Cruz de Melo Moraes, registrado ya a los nueve años como Vinicius de Moraes. Debía su nombre a la novela de romanos Quo Vadis, a su hermana mayor sus padres la bautizaron como la protagonista de la historia, Ligia, y a él le pusieron el nombre del legado romano, Marcus Vinitius.
Poeta desde niño, como solía decir: por naturaleza y vocación. En 1932, con 19 años publica por primera vez un poema en la revista A Ordem. Un año después se publicará su primer libro de poemas: O caminho para a distância.
Licenciado en Derecho, aunque nunca llegó a ejercer como abogado, trabajó como crítico cinematográfico hasta conseguir entrar en la carrera diplomática. En 1942 con 29 años y 2 hijos, por fin consigue entrar en Itamaraty el ministerio de asuntos exteriores brasileño.
Trabaja en los servicios burocráticos y al mismo tiempo sigue la carrera periodística al dirigir el entonces revolucionario suplemento literario de O Jornal. Su actuación será determinante por el tipo de colaboradores que reúne, muchos de ellos futuros grandes nombres todavía inéditos para el público.
Su primer puesto de diplomático es como vicecónsul en Los Ángeles a donde viaja en 1946. Vive en Hollywood con su mujer y sus dos hijos durante 5 años, tras los que volverá a Brasil. Es un periodo donde se impregna de cine americano y jazz. Como nos relata Carlos Galilea en su programa «Cuando los elefantes sueñan con la música» dedicado al músico, se cuenta que en los Angeles acudió durante un mes, todas las noches a escuchar a una cantante de jazz llamada Billy Holliday y que en una fiesta bailó con una actriz aspirante a estrella, llamada Ava Gadner.
En 1950 año de la muerte de su padre, viaja hasta Méjico para visitar a su amigo el Cónsul general de Chile en el País, Pablo Neruda. Fue la época en que Neruda lanzó en Méjico su aclamado Canto General. Y la epoca en que Vinicius convirtió a Orfeo en un negro carioca, con su Orfeo Negro que acabó convertida en película premiada en Cannes y con un oscar a la mejor película extranjera.
La carrera diplomática le sirvió además de para ganarse la vida para vivir en ciudades tan dispares como Los Angeles, París o Montevideo. De los despachos y las corbatas a las terrazas y las mangas remangadas, Vinicius llevó la poesía erudita a la canción popular.
Durante mucho tiempo coexistió entre el Itamaraty y el Bar Beloso, entre la poesía y la letra de samba. Para poder presentarse en unos recitales en Copacabana con Joao Gilberto y Jobim, Vinicius tuvo que pedir permiso al Itamaraty que se lo concedió con la condición de que» cantara de traje, no se presentara embriagado y no cobrase». Cumplió lo exigido, quizás las últimas concesiones que hizo.
1968, fue el año en que Brasil conoció el inicio del momento más oscuro de la dictadura militar que había comenzado cuatro años antes. En Diciembre, se publicó el Acto Institucional Nº 5 que le daba al presidente poder para cerrar, por un período indefinido, el Congreso, las legislaturas estatales y ayuntamientos, para suspender los derechos políticos por 10 años y poner fin a los mandatos efectivos y decretar un estado de sitio.
Vinicius al lado de Baden Powell y de la cantante Marcia realizaba una serie de shows en Portugal. El día de la publicación de la Ley, Vinicius como forma de protesta realizó una lectura de su poema “Pátria minha”.
En 1969 por orden directa del Presidente Arthur Costa Silva, Vinicius es despedido de Itamaraty en medio de un expurgo oficial de funcionarios no alineados con la dictadura. Supuestamente el propio presidente le mandó una nota al ministro de asuntos exteriores donde decía: «asunto Vinicius de Moraes» y debajo una frase corta: «cesen a este holgazán». Vinicius llegó a decir que si alguna vez se hacía con esa nota, la iba a enmarcar y ponerla en el salón de su casa. El motivo oficial que arguyeron, el de alcoholismo, fácilmente se entiende como el de subversivo.
Lo que irritaba a los militares era su imagen de intelectual, bohemio y liberal y de tendencias izquierdosas. Y el hecho de que siendo diplomático se le veía en manifestaciones contrarias al régimen o bebiendo whisky en los escenarios rodeado de jovencitas atractivas.
Se casó 8 veces y en su soneto de la fidelidad escribió «que sea infinito mientras dure».
Falleció en 1980. Con un desapego absoluto por todo lo material, vivió de forma sencilla y siempre dispuesto a ayudar a un amigo. También dejo escrito, «no temo a la muerte lo que añoro es la vida».