¿Finanza sostenible o «greenwashing»?
Larry Fink, presidente de BlackRock, el mayor gestor de fondos del mundo con activos gestionados de casi siete billones de dólares asombró al mundo de las finanzas cuando en su carta anual 2020 dirigida a los consejeros delegados de las empresas afirmó: «votaremos en contra del equipo cuando no progresen en la divulgación de información sobre sostenibilidad«. Vamos, que el mayor fondo de inversión mundial va a castigar a las empresas que no luchen contra el cambio climático.
¿ El dinero se ha vuelto verde? o simplemente como reconocen en la citada carta «El riesgo climático constituye un riesgo de inversión«, la citada carta recoge que «desde el punto de vista de la inversión, estamos convencidos de que las carteras que integran la sostenibilidad y las cuestiones climáticas pueden proporcionar a los inversores mejores rentabilidades ajustadas al riesgo. Y, en vista de que la sostenibilidad ejerce un efecto cada vez mayor en las rentabilidades de la inversión, creemos que la inversión sostenible será la piedra angular de las carteras de los clientes de ahora en adelante».
Este anuncio de BlackRock se une a la aprobación por las comisiones de Medio Ambiente y de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo el pasado día 22 de enero al acuerdo político para poner en marcha los primeros criterios europeos para identificar qué inversiones pueden ser consideradas como ‘verdes’ y para combatir el llamado ‘greenwashing’ o blanqueo ecológico, es decir, que se anuncien como sostenibles actividades económicas que en realidad no lo son. O lo que es lo mismo, las taxonomias.
Plan de Inversión para una Europa Sostenible
El documento de reflexión que presentó la Comisión Europea en enero de 2019: «Para una Europa Sostenible de aquí a 2030» reconocía como uno de los instrumentos horizontales hacia la sostenibilidad la Financiación, la fijación de precios y la fiscalidad.
Los costes de la inacción son enormes a medio y largo plazo
Nadie pone en cuestión que la Transición hacia la sostenibilidad va a exigir importantes inversiones y una transformación global en el funcionamiento del sistema financiero. Se cifraba tan sólo hace un año en 180.000 millones de Euros las inversiones adicionales para alcanzar los objetivos de la UE para 2030 acordados en París, que recordemos hablaban de una reducción del 40% de emisiones de gases de efecto invernadero.
Sólo un año después, ya con el Pacto Verde Europeo encima de la mesa toca revisar los objetivos para 2030 que deberán estar entre el 50-55% a 2030 y neutralidad en 2050, como único medio para lograr la mítica cifra de 1,5 ºC de aumento de la temperatura del planeta, punto de no retorno a partir del cual somo incapaces ni de imaginar las consecuencias del cambio climático. Y las cifras ya se disparan.
El Plan de Inversiones para una Europa Sostenible o plan de inversiones del Pacto Verde Europeo, aspira a movilizar la inversión pública y contribuir al desbloqueo de fondos privados a través de los instrumentos financieros de la UE, sobretodo InvestEU, lo que podría traducirse en un mínimo de un billón de euros de inversiones.
Pero movilizar fondos para financiar la transición ha de ir de la mano de la eliminación gradual de la financiación a proyectos que van en detrimento de un crecimiento económico inclusivo y verde.
Y sin olvidarse de la conexión entre financiación sostenible y economía real, a fin de que el aumento de la demanda de productos y servicios sostenibles de los inversores se compense con un aumento de la oferta. Igualmente deberemos de avanzar en herramientas de información a la ciudadanía sobre la financiación del sistema, de forma que podamos tener un mejor conocimiento de las actividades empresariales que financiamos y de cómo pedir responsabilidad a los administradores de los fondos en caso de que nuestro dinero no se gestione de forma sostenible.
Mecanismo para una Transición Justa
Si bien todas las regiones europeas van a necesitar financiación y el Plan de Inversiones del Pacto Verde Europeo se ocupará de ello, será el Mecanismo para una Transición Justa el que mediante la movilización de un mínimo de 100.000 millones de euros durante 2021-2027 apoyará específicamente a las regiones más afectadas, a fin de mitigar el impacto socioeconómico de la transición. Inversiones destinadas a romper la dependencia de trabajadores y comunidades de la cadena de valor de los combustibles fósiles.
El Mecanismo para una Transición Justa va a contar con 3 fuentes de financiación: El fondo de transición justa; el régimen de transición específico con cargo a InvestEU y el mecanismo de préstamos al sector público del Banco Europeo de Inversiones respaldado por el presupuesto de la UE.
En toda esta movilización de fondos y herramientas financieras es dónde cobra vital importancia saber bien de qué hablamos cuando hablamos de finanzas sostenibles.
Taxonomía
La Comisión Europea como parte del Plan de Acción para la Sostenibilidad Fiscal creó un Grupo de Expertos Técnicos para desarrollar un enfoque taxonómico en relación con las actividades económicas sostenibles desde una visión medioambiental, el cual presentó su informe sobre la taxonomía en junio de 2019 y sentó las bases para la legislación de la UE sobre taxonomía. Informe que acaba de ser acordado políticamente en el seno de la Comisión.
He de reconocer que la primera vez que oí hablar de taxonomías aplicado al mundo financiero fue en el evento que desde el Gobierno Vasco organizamos en el programa oficial de la COP25 sobre Financiación climática. Disfrutamos de un plantel de ponentes extraordinario que generaron unos debates tremendamente interesantes y allí surgió el concepto de taxonomía. La verdad es que me generó mucha curiosidad sobretodo por la importancia que sospechaba pudiera llegar a tener.
Y la tiene, claro que la tiene. Como parte del Plan de Acción para la Sostenibilidad Fiscal de la Comisión Europea, la UE estableció un Grupo de Expertos Técnicos para desarrollar un enfoque taxonómico en relación con las actividades económicas sostenibles desde un punto de vista del medio ambiente. Este grupo presentó su primer borrador sobre la taxonomía en junio de 2019, el cual ha sentado las bases de una nueva legislación futura de la UE sobre taxonomía.
En definitiva, la taxonomía de la UE es un sistema de clasificación cuyo objetivo principal va a ser clarificar qué proyectos son considerados sostenibles y cuáles no.
Para estar en el listado de actividades económicas consideradas medioambientalmente sostenibles en los procesos de inversión en primer lugar debe contribuir sustancialmente al menos a uno de los siguientes objetivos medioambientales:
- la mitigación del cambio climático,
- la adaptación al cambio climático,
- la utilización sostenible y protección del agua y de los recursos marinos,
- la transición a una economía circular,
- la prevención de residuos y reciclado,
- la prevención y control de la contaminación y protección de ecosistemas saludables.
Una vez se cumpla esta contribución a uno o varios de los objetivos ambientales para que una actividad sea elegible deberá cumplir también que no dañe o genere impacto negativo significativo en la consecución del resto de objetivos ambientales; que cumpla con las mínimas garantías sociales (basadas en los convenios fundamentales del trabajo de la OIT) y además cumpla con los criterios técnicos de selección.
El texto aprobado por la Comisión no contempla una lista «negra» tecnologías o sectores perjudiciales para el medio ambiente más allá de combustibles fósiles como el carbón.
Importante también el hecho de que la producción de gas y energía nuclear, no están específicamente excluidas de la normativa, lo que supone que podrían ser etiquetadas como actividad «de transición o facilitadora» que cumple «totalmente» con el objetivo de no hacer un daño «significativo» al medio ambiente. Ahora bien, el texto acordado señala que este tipo de actividades o inversiones clasificadas como «de transición» no pueden perjudicar el desarrollo de tecnologías bajas en carbono ni contribuir a la perpetuación de las tecnologías basadas en el uso intensivo del carbón.
Europa se ha tomado muy en serio empujar los mercados financieros en la dirección de la sostenibilidad, por lo que la taxonomía de la UE sólo incluye proyectos que se ajusten a los objetivos de la UE de emisiones netas cero antes del 2050.
Lo cierto es que puede llegar a convertirse en la norma de oro de la financiación sostenible. El dinero sí parece que va a ser un poco más verde. Como bromeabamos entre nosotros tras el evento de finanzas de la COP25 : sin money no hay matrimoning.